Arde todo

21.02.2018

Arde nuestro amado pueblo lleno de mierda, y las enfermas ciudades prenden con él. No pedí a esos monstruos que sufrieran por mi estabilidad mental, ahora que agónicos no hallan el modo de huir de la ascua en la que habitan. El dispositivo de emergencia se activa al razonamiento anárquico del psiquismo animal. Te pienso y creo que ya no quiero morir. Este hedor de almas putrefactas me sabe a miel si existes. ¿Puedo llamarte "amor"? Hace demasiado tiempo que no llamo "amor" a nadie, porqué ha pasado demasiado tiempo desde la última vez que me encontré con un delirante psicópata sediento de follar mentes. Él, mi amor, murió entre las brasas de este mundo cuando le ofrecieron su nuevo puesto de trabajo. Pero que más da. Yo temo que llegue el día en que mi esencia muera también, por eso en ocasiones pensé en acabar yo misma. Pero soy demasiado cobarde y ahora, cuando te pienso, creo que ya no quiero morir. Tú sabes moverte en esas llamas, y te ves lindo entre ellas. Has aprendido a sufrir sus quemaduras y luces sus marcas oscuras como si de un tesoro se tratase. Las mías aún escuecen, pero si te parece, puedo lamer las tuyas para sofocar el calor que desprenden, y tú puedes lamer las mías, mi amor, mi maldito psicópata. Verás, como así, lograremos la ceniza preciosa de ambos, que guardaremos en un tarro hermético en el mueble bar de casa, para cuando le plazca al nuevo delirante que las encuentre, las diluya en ginebra y las tome, para terminar al fin, siendo el orín apestoso que pausaba nuestras conversaciones cuando tomábamos cerveza en aquel bar. Te pienso y ya no quiero morir, mi amor, mi maldito psicópata.

© 2017 Andrea Ambatlle. Todos los derechos reservados.
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