Poca sangre, mucho drama

25.04.2018

Eres un peligro constante. Eres buscar un puto peligro constante. Eres andar colgado de mi cuello sabiendo un acantilado bajo tus pies. Eres la caricia del límite, un límite marcado en una línea más fina que la tira del tanga que llevo puesto. Eres arrancarlo y atarme las muñecas. Eres ceder, cuando el abismo está cerca. Aún no. No ha llegado mi hora. Lástima. Eres el último trago perpetuo antes del coma etílico. La última calada antes de la sobredosis. La última pulsación de oxígeno antes del paro cardíaco. Eres el destruir un poquito más. Un poquito más. Eres una jodida granada que se cree bomba atómica. Salta la clavija. Ceder. A correr. Eres casi hipotermia, pero no. El ardor del frío. Un mordisco sin sangre. Eres una puta venda en los ojos andando por la cuerda floja. Eres el miedo a reconocer que te importa una mierda lo que pase en el mundo. Los conflictos bélicos los armas en tu moral, cuando luchan tus principios y los que te han contado que son tuyos. Eres también ese peligro. El de ser quien no eres. Eres un corte superficial. Poca sangre. Mucho drama. Eres tirarse a la vía del tren que circula con retraso. Eres la noche. Eres la libertad. La libertad que levanta muros de estabilidad a su alrededor. La libertad de atarse corto. Al borde del límite. Solo peligro. Y yo pierdo las bragas por darte la mano un rato.

© 2017 Andrea Ambatlle. Todos los derechos reservados.
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